Más y más, me doy cuenta que mi trabajo como “coach”, como una persona que acompaña a otres en sus procesos, es ser una especie de doula de nacimiento y muerte.

Seguido se trata de atestiguar y estar con alguien en su pena para que esos sentimientos no se “entierren vivos” (como dice Ron Siegel), para que no regresen como fantasmas a acosarles. Se trata de ayudar a eso que no fue procesado o metabolizado en el pasado, y de acompañar al proceso vivo del presente para que tenga el cuidado necesario, la atención necesaria, el amor necesario para existir.

Y después para dejar de existir.

Sanar no quiere decir nunca jamás volver a sentir aflicción o pena.

Sanar quiere decir llegar a un estado que nos permita sentir todo lo que sentimos para dejarlo pasar. Sanar es simplemente un proceso contínuo de vida, de mudar de piel, de autofagia celular para renovarnos.