Es posible que nos sintamos culpables de “consentirnos” con cuidados personales, particularmente aquelles de nosotres que sentimos la necesidad de transformar nuestra realidad sociopolítica actual. Puede ser que nos sintamos débiles o egoístas al tomar tiempo para meditar, descansar, hacer ejercicio, comer bien, crear arte. Puede ser que sintamos que no estamos trabajando lo suficiente, sufriendo lo suficiente, por nuestra causa.
Éste, sin embargo, es un dilema falso.
El autocuidado y el trabajo político están intrínsecamente relacionados. ¿Qué otro propósito existe para nuestro trabajo político, mas que garantizar cuidado y bienestar verdadero, equitativo y sostenible para toda persona? Bienestar, también, para nuestro medio ambiente, para nuestras criaturas hermanas, para nuestra Tierra. ¿Y cómo podemos crear un nuevo mundo, si no nos dedicamos colectivamente a una profunda exploración personal y al desarrollo de nuestro potencial? ¿Cuántas revoluciones pasadas han fallado porque nos perdimos en desmantelar, en vez de en construir lo que viene?
Claro que mientras existamos en un sistema que saque provecho de nuestro agotamiento y nuestra inhabilidad de salir adelante, el verdadero autocuidado será un punto de fuga inalcanzable. Podemos sanar nuestras heridas pasadas, pero nuevos traumas y daños, a un nivel personal y global, nos seguirán derruyendo. Esto no quiere decir que podamos existir enteramente sin dolor, sin muerte, sin desbalance. Como nos recuerda Zorba el Griego, “la vida es dificultad, sólo la muerte no lo es”. Pero mucho de lo que sufrimos ahora en cuanto a injusticias, en cuanto a falta de oportunidades, en cuanto a discriminación y explotación y abusos, sí es prevenible, y debe ser transformado. Y el autocuidado y la transformación personal son una parte esencial de este proceso. Como dice Krishnamurti, “la transformación del mundo se lleva a cabo a través de la transformación de une misme”. Aunque nuestra situación presente de vida nos presente retos en cuidar de nosotres mismes como quisiéramos, construyamos redes de apoyo internas y externas para descolonizarnos de eso que nos explota a través del sufrimiento y la sangre y el exceso de trabajo. Retomemos lo necesario. Recuperemos el gusto. Podemos ser más tiernes con nosotres mismes, y dar prioridad a nuestro derecho al bienestar. Y podemos crear comunidades para apoyar este trabajo.
En las palabras de Audre Lorde: “Cuidar de mí misma no es autocomplacencia. Es autoconservación, y eso es un acto de guerra política”.
Ilustración de María José Aperte Secchi.
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